jueves, enero 05, 2006

IV. EPIFANÍA DEL SEÑOR

6 de Enero

§ MONICIÓN DE ENTRADA

Bienvenidos a la celebración de la Epifanía del Señor. Esta Fiesta nos invita a reconocer con gozo que Dios, su Luz que es Jesús, ha nacido para todas las personas, sin ninguna frontera humana ni física.

El método para descubrir a Jesús parece ser el dejar cosas y ponerse en camino, como hicieron los pastores el día de Navidad y como hacen hoy los magos de Oriente. He aquí todo un desafío y un aliciente para nuestra fe.

Iniciamos nuestra celebración cantando.

§ CANTO DE ENTRADA Y PROCESIÓN

Hoy la paz bajó del cielo. Hoy brilla una nueva luz.

Un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado.

Canta el cielo con los hombres

la salvación de nuestro Dios.

1 El Señor me ha dicho: «Tú eres mi Hijo;

yo te he engendrado hoy».

2 Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,

entre esplendores sagrados.

§ ACTO PENITENCIAL

La Luz de Dios ha llegado a nuestra vida en Jesús. Pidamos perdón por todo lo que nos aparta de esta Luz:

- Cuando la oscuridad cubre a gentes y pueblos, y no hacemos nada por llevarles luz. Señor, ten piedad.

- Cuando nos creemos únicos merecedores del amor de Dios, y creamos separaciones y exclusivismos. Cristo, ten piedad.

- Cuando rechazamos la Luz porque pone en evidencia nuestra forma de vivir y de actuar. Señor, ten piedad.

La gloria del Señor amanece sobre ti

Lectura del libro de Isaías 60, 1-6

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;

la gloria del Señor amanece sobre ti!

Mira: las tinieblas cubren la tierra,

y la oscuridad los pueblos,

pero sobre ti amanecerá el Señor,

su gloria aparecerá sobre ti.

Y caminarán los pueblos a tu luz,

los reyes al resplandor de tu aurora.

Levanta la vista en torno, mira:

todos ésos se han reunido, vienen a ti;

tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.

Entonces lo verás, radiante de alegría;

tu corazón se asombrará, se ensanchará,

cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar

y te traigan las riquezas de los pueblos.

Te inundará una multitud de camellos,

de dromedarios de Madián y de Efá.

Vienen todos de Saba,

trayendo incienso y oro,

y proclamando las alabanzas del Señor.

Sal 71, 1-2. 7-8. 10-11. 12-13

R. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey,

tu justicia al hijo de reyes,

para que rija a tu pueblo con justicia,

a tus humildes con rectitud. R/.

Que en sus días florezca la justicia

y la paz hasta que falte la luna;

que domine de mar a mar,

del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Que los reyes de Tarsis y de las islas

le paguen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia

le ofrezcan sus dones;

que se postren ante él todos los reyes,

y que todos los pueblos le sirvan. R/.

Él librará al pobre que clamaba,

al afligido que no tenía protector;

él se apiadará del pobre y del indigente,

y salvará la vida de los pobres. R/.

Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos de la promesa

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 3, 2-3a. 5-6

Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro.

Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio.

Venimos de Oriente a adorar al Rey

Lectura del santo evangelio según san Mateo 2,1-12

Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes.

Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

- ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron:

- En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: «Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel».

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

- Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

§ ORACIÓN DE LOS FIELES

El mejor regalo que cada uno hemos recibido de Dios, de nuestros padres y de la Iglesia, es la fe que nos llena de confianza; pidamos ahora a Dios Padre que atienda nuestra oración, diciendo: ¡Señor, danos tu Luz!

· Por la Iglesia, para que, fiel a su labor evangelizadora, no olvide que es una Iglesia universal, que debe ir al mundo entero sin ninguna limitación. Oremos.

· Por todos los padres y madres, para que sepan descubrir y enseñar a sus hijos el regalo de la fe, el valor del compartir, y la madurez para comprender que las cosas no nos pueden esclavizar. Oremos.

· Por los que vienen de lejos, hombres y mujeres que dejan sus tierras y familias buscando un futuro mejor, para que reciban nuestra acogida, respeto y solidaridad. Oremos.

· Por nuestra comunidad parroquial, para que, viviendo en la Luz de Dios, sepa acoger a las personas y compartir con ellas el tesoro de la fe. Oremos.

Oración: Señor, danos tu Luz, la que viene de Jesús y alumbra nuestras vidas, para que caminemos por senderos de justicia y de paz. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo.

BENDICIÓN FINAL

Dios, Padre de bondad,

que os ha llamado de las tinieblas a su Luz admirable,

derrame sus bendiciones sobre todos vosotros

y afiance vuestros corazones en la fe, la esperanza y el amor.

Amén.

Y a todos los que estáis aquí reunidos,

queriendo vivir como discípulos de Jesús,

Luz que alumbra en las tinieblas,

os haga testigos veraces de su Amor ante todos los hombres.

Amén.

Para que así nos encontremos con Cristo,

Luz sobre toda luz,

a quien los Magos reconocieron como el Salvador.

Amén.

Y la bendición de Dios

Padre, Hijo y Espíritu,

descienda sobre todos vosotros.

Amén.



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